Érase una vez que se
era, en un reino muy muy lejano vivía una pareja de campesinos muy felices en
su pequeña casita en medio del bosque.
Todos los días, trabajaban
muy duro para sacar dinero y poder tener un hijo, para completar la familia. El
campesino, llamado Carlos deseaba que fuese un chico ya que él se estaba
quedando ciego, pero su mujer, Ana le daba igual, lo importante es que querían
tener un hijo para que su familia tuviese descendencia.
Pasaron unos cuantos
meses y Ana se quedó embarazada. La pareja estaba muy ilusionada porque por fin
iban a tener a su primer hijo. Por esto ahorraron todo lo que pudieron, para
poder tener dinero para cuando Ana diese a luz.
Nueve meses después,
Ana dio a luz. Nació una niña muy guapa de ojos claros como el mar y piel
oscura como el carbón. A la que le pusieron el nombre de Luna.
Tras el nacimiento de
Luna, la madre, quedó muy debilitada porque el parto había sido muy complicado.
Antes de que falleciera le dijo a Carlos: - Hazme un favor, antes de que me
muera, para que nuestra hija se acuerde de mí, en el arcón que hay en nuestra
habitación, hay una caja de madera de roble, dáselo a Luna cuando tenga 20
años. El padre, se lo prometió con mucho gusto.
Dos días después Ana
falleció, y Carlos la enterró cerca de la casa, al lado de un árbol que tenía
un gran significado para ella.
A pesar de que Carlos
no quería tener una hija, tuvieron una muy buena relación entre ellos dos, ya
que se ayudaban para salir adelante. Se apoyaban tanto entre ellos, que Carlos
no le dejaba salir de casa a Luna sin que fuera con él.
Cuando pasaron los
años, Luna ya tenía 16 años y no le gustaba estar encerrada todo el día
trabajando con su padre sin salir de casa. Por lo que un día por la noche,
cuando su padre se fue a dormir, ella salió silenciosamente con una lata de
aceite encendida, y unas piedras redondas que tenían en un jarrón.
Cuando abrió la puerta
un frío aterrador le subió de los pies a la cabeza, por lo que decidió entrar a
por un mantón de lana gruesa. Con la manta ya puesta encima de su espalda, la
luz de aceite y las piedras redondas; se dispuso a empezar a andar. Cada vez
que daba cinco pasos tiraba una piedra al suelo para poder regresar de nuevo. Caminó
cuatro horas y no vio nada solo bosque y más bosque. Por lo que no se dio por
vencida, a la noche siguiente ando una hora más. Y esa noche se dio cuenta de
algo muy peculiar, algo que no había visto jamás. Era un poblado indio.
Pasaron cuatro años y
todas las noches se asomaba para ver que hacía ese poblado indio. Le gustaba
tanto ir a verlo que apuraba todas las noches para quedarse lo máximo posible.
Como le gustaba tanto
el poblado indio, decidió marcharse de casa para siempre. Además su padre nada
más cumplir los 20 años le entregó la caja de madera de roble que le había
dejado su madre, y le dijo que la abriese cuando necesitara ayuda.
Así que una noche de
luna llena, cogió un saco y metió todas sus pertenencias y la caja de madera de
roble, tan misteriosa que no la había abierto jamás. Además, cogió tres objetos
que pensó que le iban hacer mucha falta: un sombrero de cinco tipos de plumas
de aves, una pipa de fumar de su abuelo y una piedra preciosa que tenía su
padre escondida por si se quedaban sin dinero.
Así que con su saco y
su manta de lana puesta encima de ella empezó a andar. Pasaron dos horas y de
repente, Luna se da cuenta que le estaban persiguiendo una manada de lobos. Entonces,
Luna empezó a correr lo máximo que podía, y se subió a un árbol. Trepó hasta la
copa de este, y abrió la caja misteriosa. Cuando la abrió no había nada, pero
al rato empezó a parecer una piedra en forma de punta de lanza. Luna muy
avispada, la cogió rápidamente y rompió una rama que tenía al lado suya, y con
esos dos objetos hizo una lanza. Con esta, Luna pudo matar a todos los lobos,
para poder continuar su camino. Además tuvo cena, ya que se comió la carne del
lobo.
Después de toda la
valentía que tuvo Luna contra la manada de lobos, continúo su camino. Y empezó
a andar y andar. Hasta que no pudo más con su alma, por lo que se escondió un
una pequeña cueva para dormir hasta que saliera el sol.
Cuando empezaron a
salir los primeros rayos de sol, Luna cogió su saco y se dispuso a caminar. Al cabo
de una hora, Luna empezó a tener mucha sed, tanta sed que no podía ni moverse. Por
lo que sacó de nuevo la caja misteriosa, la abrió y dentro había un tubo de
metal que tenía una notita colgando que decía “Clávame en un tronco de un árbol
y saldrá agua”. Luna fugazmente clavó el tubo en el primer tronco que tenía al
lado suya, y empezó a salir agua de él. Y al fin, Luna pudo beber agua y coger
fuerzas para seguir el camino.
Tras beber agua,
empezó de nuevo su ruta hacia el poblado indio, ya no le faltaba nada para
llegar. Cuando de repente un grupo de cazadores de empezó a dispararla, porque creían
que eran un animalillo. Rápidamente Luna se tiró al suelo para que no la
mataran, pero por desgracia una bala la alcanzó en la pierna derecha. Luna
muerta del dolor se escondió entre unos matorrales bastante densos para que no
la vieran. El grupo de cazadores se acercaron pero como no vieron nada, se
fueron de esa zona. Luna, cogió un junco y se hizo un torniquete pero no era
del todo efectivo, por lo que abrió la caja misteriosa. Cuando la abrió había
en el interior un frasquito diminuto que tenía un líquido azul y colgaba una
nota que decía “Si viva quieres estar échate estas gotita y veras”, por lo
tanto, Luna se echó una gota en la herida y por arte de magia se curó.
Pasó una hora, y Luna
se puso el sombrero de cinco tipos de plumas para presentarse en el poblado
indio. Pero de repente pasó por delante de ella un joven indio que la invitó a
subirse a su caballo.
- - Hola chica, ¿tú querer venir conmigo?- dijo el joven indio.
- - No lo sé, no te conozco. ¿Cómo te llamas?- contestó Luna.
- - Mi nombre es Akanu, ¿y el tuyo?- preguntó el joven.
- -¡Hola! Yo soy Luna, encantada de conocerte- contestó alegremente.
Tras la presentación de
ambos, Luna se subió al caballo pío de su nuevo amigo. Que la llevó a su
poblado. En el camino, Luna le contó toda su historia y Akanu la suya.
Akanu presentó a todo
su poblado a su nueva amiga Luna, aunque no la veían muy bien la cara porque se
la tapaba el gran sombrero.
Luna estaba deseando
ser parte de ese gran poblado, ya que le encantaba todo lo relacionado con la
cultura de los indios. Pero le preguntó a Akanu, que si podía quedarse con
ellos. Y él le respondió diciendo: No hay problema para que te quedes, pero antes
deberás resolver dos enigmas que son tradición en nuestra cultura. Si las
averiguas tendrás sus distintas celebraciones. Luna aceptó el reto, porque quería ser
partidaria de aquel poblado, porque era su sueño.
Al día siguiente, el
gran jefe indio le puso a Luna la primera prueba, que la superó por los pelos,
aunque se quedó un poco debilitada. Por la tarde, tenía que solucionar el último
reto que lo haría acompañado de su amigo Akanu. Fue un desafío muy arriesgado
donde tenían que matar a la fiera de los montes de Sajonia para conseguir una
piedra preciosa que reactivaba al poblado. Luna tenía muchísimo miedo, pero
Akanu la tranquilizó y la dijo que entre los dos podíamos contra la bestia.
Durante toda la tarde,
Akanu enseñó a Luna todas las estrategias que sabía y todas las tradiciones de
su poblado, por lo que estuvieron toda la tarde y la noche, juntos practicando.
Al día siguiente, siguieron entrenando sin descanso, ya que el próximo día era
el día de la verdad, donde la pareja debía luchar contra la bestia.
Al día siguiente, era
la hora de la verdad. Akanu y Luna se acercaron a la cueva donde estaba el gran
monstruo. Y empezaron a luchar los dos juntos contra él, de repente la gran
bestia le dio un golpe a Akanu que le dejó inmóvil. Por lo que, Luna se quedó
sola ante el monstruo de la cueva. Tras varias horas de lucha continua, Luna
pudo clavarle una flecha en el corazón del monstruo, lo cual este cayó al
suelo. Rápidamente, Luna entró en la cueva pero no vio nada, solo había un
hueco donde supuestamente debería haber estado la piedra preciosa, por lo que salió
y se lo contó a Akanu. A este le pareció muy entraño que no hubiese nada, pero
se fio de ella.
Tras una hora llegaron
al poblado, y todos estaban muy contentos por haber ganado a la gran bestia. Y por
tanto, les hicieron una ceremonia para celebrar la entrada de Luna al poblado
indio. En la ceremonia, el gran jefe indio le dijo a Luna que le entregase la
piedra preciosa que había conseguido de la cueva, pero al no estar en la cueva,
le entregó la que había cogido de su casa. El gran jefe indio se puso muy contento
y comenzó la celebración de bienvenida al poblado indio Cherokee. Y Luna además,
como una forma de agradecimiento le entregó al gran jefe indio la pipa de fumar
de su abuelo, y se quitó su sombrero por lo q que todos los miembros del
poblado pudieron ver el rostro de la joven. El gran jefe la bautizó con el
nombre de Wayra, diosa del viento.
Una vez adentrada en
el poblado, pasaron tres años y, Wayra y Akanu unieron sus almas.
JUSTIFICACIÓN
Este cuento está
adaptado para la etapa fantástico-realista de 9 a 12 años ya que toca algunos
de los temas favoritos de los niños a este rango de edad como: las aventuras,
la fantasía, los animales salvajes reales o fantásticos, etc. Además las motivaciones
que presentan a estas edades son los argumento con gran dinamismo, la moraleja
implícita…
Además a partir de los
9 años el niño tiene otra mentalidad, es decir, según dice Gesell “la edad de 9
años señala un cambio: el individuo no es ya un niño, pero tampoco es todavía un
adolescente”. Con esto lo que quiero recalcar es que a partir de los 9 años el
niño comprende mejor los textos que el maestro le ofrece y tiene otra visión más
amplia de la realidad, lo que supone una facilidad de compresión en todos los
textos que se le pongan.
Los cambios que he
realizado para que se adapte mejor a la edad de los niños son:
- - He asignado un nombre a cada uno de los personajes tanto principales como
secundarios.
- - En la protagonista he cambiado el roll, es decir, el personaje principal,
Luna, es hija de unos campesinos en vez de la nobleza como pasaba en Toda Clase
de Pieles.
- - El esqueleto principal de la obra se ha mantenido, lo que se ha modificado
es el exterior de la historia.
- - Y por último, no se ha cambiado el objeto que le ha permitido a la
protagonista cubrirse y no ser vista, es decir, no identificar su identidad.
Mediante estos cambios
y teniendo en cuenta la edad de los receptores he intentado adaptar el cuento
para que los lectores puedan disfrutar de la lectura de una manera
enriquecedora para ellos mismos.
BIBLIOGRAFÍA
Cuadros de Luvit
Paul A. Osterrieth
(1984). Psicología infantil (11a. ed.) (Trad. Gonzalo Gonzalvo Mainar)
Ediciones Morata, S.A (Original en inglés, 1960)